martes, 22 de junio de 2010

Cuando hieren a mi Padre


No sé los días que hace que no paso por aquí. Tampoco me interesa ahora esa cuenta. Fue un momento en el que creí que no tenía nada que decir, y aquí te quedaste. Reconozco que si no es por alguna pregunta, ya no te recordaba. Siempre la misma pregunta, siempre la misma respuesta. "No tengo nada que decir": No soy portavoz de nada, no soy vocero de nadie, sólo soy yo.

Hoy si tengo que decir, tal vez tenga hasta que gritar. Lo necesito. Tu noticia, Tú suceso, me sobrecogió, me encogió el alma. Para aquellos que tenemos la suerte de estar cerca a veces, el sólo echo de rozarte, ya nos parece una falta, y si no fuera por que a veces es tremendamente necesario, las Imágenes mientras menos se muevan mejor. Pero si tocarte es signo de cuidado y celo, ¿Quien se atreve a golpearte?; ¿ Quien se atreve a zarandearte?, me desola ver al Gran Poder roto, sin inmutarse, sin quejarse, sin decir nada. No se merece esto.

¿Nos estas poniendo a prueba? No se si seremos los idóneos para dicha prueba, ni para ninguna otra. No somos como TU, no tenemos ese aguante,esa resistencia, no tenemos ese gesto de amor por todos y cada uno de los demás. Lo primero que has echo es perdonar.

La primera impresión, la primera reacción, la venganza, la justicia del ojo por ojo, linchemoslo, demosle su merecido, a ese que te ha tocado. Pero, ya ves, después de todo queremos aprender de Tí. Y si Tú, pones la otra mejilla, quien soy yo para no ponerla.

Y llega el perdón, la humildad. Quizás sea ese el mejor gesto. Y donde nos tachen de innecesarios, de Fe vacía, estemos dando el mayor gesto al mayor precio. Al Hijo del Hombre, que creo sin condición que se llama Gran Poder.

Que todo vuelva a la normalidad, que no se establezca entre nosotros el miedo y la psicosis. Que nuestras Imágenes, nuestra Fe, siga pudiendo ser expuesta sin ese encogimiento del miedo. Que las Iglesias no se vuelvan cuarteles. Que Dios siga por aquí, y nosotros con Él.