No deja de existir en mis vivencias personales y en las ya algunas temporadas ,como parte activa de mis Hermandades, de plantearse una y otra vez, este eterno, nunca acabado, interminable, pertinente debate.
El joven deseoso, impetuoso, prematuro, de alcanzar su metas en la Hermandad, y el mayor, acomodado, acostumbrado, constante, en su más que conocida Hermandad.
El joven con su nueva corriente, deseoso, de instalar sus ideas en su Hermandad. El mayor, no participativo las mayoría de los casos, viendo bien como todo se repite una y otra vez, sin necesidad ninguna ni de repaso ni de cambio.
Pues bien, después de haber visto chaparrones interminables, y rozando ya la linea que me quita como joven, llegando ya a ese media madura, que habita en todos lados, pienso y declaro:
PRIMERO: Que esto existe y no dejara de existir jamás, por que la mayor verdad es que somos humanos. Por que ha existido antes, existe hoy en día, y no tiene tintes de que deje de suceder.
Por que es necesaria esta transición, por que si no, esto seria un paso de unas manos a otras, a libre albedrío, sin rumbo ninguno. Por que al relentizarnos el proceso, nos hacemos mas conocedores de la Hermandad, y por lo cuál más validos.
SEGUNDO: Por que hay personas que hacen de la Hermandad su vida, y no saben hacer otra cosa. Tema extremadamente peligroso. Por que trabajar en una Hermandad es importante, pero no lo más importante. Por que somos parte de ella, nos los dueños de ella.
TERCERO: ¿No se puede intentar, probar, conseguir, poner los medios de convivir juntos?, ¿Por que no se puede?, tal vez no sea yo el ejemplo de una transición no dolorosa, pero el tiempo me ha mostrado, que es mejor no dejar a nada ni a nadie por el camino.
Y lo más importante:
¿NO SEREMOS NOSOTROS LOS MAYORES DE MAÑANA?
Hay queda la duda........................................
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