jueves, 16 de octubre de 2008

somos los que estamos


¿Estamos todos en la Hermandad que queremos estar?, ¿En la que deseamos?, no se me enojen, déjenme que me explique. La pregunta es clara y concisa. Creo que se me entiende con claridad. Estamos donde queremos, donde nos pertenece o sencillamente donde hemos aterrizado. Ojo, si es así, peligroso es el final y el camino. Si una persona, o mejor dicho un hermano desemboca, por accidente, por premura, por impaciencia, por altercados, si por altercados, en otra Corporación, puede que el final no sea el deseado. Todos y cada uno de nosotros somos de una Hermandad de siempre, de toda la vida, por devoción o por familia, eso es una realidad. El derecho a disfrutar de esa Hermandad esta ahí, las obligaciones ya son otro cantar. Pero cuando entra en juego la ambición, el egoísmo, el narcisismo, hace de esto una salida veloz, sin rumbo.
¿Cuantos casos conocemos?, que conste que a lo mejor no lo he dicho antes, que esto no es malo. Simplemente analizable. También esta la cara amable o grata. Hay ejemplos de hermanos de toda la vida, que amplían su camino, para agrandar la Semana Santa. Diré nombres, no creo que se molesten: Pedreras, Zamora, Díaz Cardona (Panchitos), etc.…Ellos han ampliado, no restado su quehacer, participando diariamente en su vida de Hermandad, y manteniéndose en su Cofradía y Hermandad de corazón. Su Hermandad de toda la vida.
El otro caso es el preocupante, el arriesgado. En la mayoría de los casos se quiere instituir en la nueva pedanía, costumbres de la antigua. Las Hermandades no pueden ser nidos de aspiraciones, solo lugar de trabajo y servicio al Señor y a sus hermanos. El que no lo entienda así, malo. En las Hermandades, lo que hay es trabajo, trabajo y trabajo. Y estando dentro, se disfruta de todo lo bueno. DESDE DENTRO SE DISFRUTA Y SE ARREGLAN LAS COSAS. No por cambiar de Hermandad nos vamos a solucionar a nosotros mismos. Quizás el problema lo tengamos nosotros, no lo tenga la Corporación. Seamos sinceros con nuestra Fe, con nuestra devoción y trabajemos por ella. Hagamos de las Hermandades Casas grandes. Y como siempre ha sucedido y sucederá, “las puertas están abiertas para salir o para entrar”.

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